Cada lesión es un mundo y cada paciente necesita una actuación concreta aunque, a priori, sea la misma lesión.
Las consecuencias de un Müller Weiss pueden provocar desequilibrios en unas zonas o en otras dependiendo del individuo: genética, condición física previa, actividad cotidiana, estilo de vida, etcétera…
A nivel general sabemos que una lesión en el pie conlleva unas restricciones en la articulación del tobillo y una artrocinemática alterada del tobillo provoca desequilibrios en las articulaciones que la siguen, lo que podría suponer problemas referidos en otras zonas del cuerpo.
De ahí, la importancia del trabajo multidisciplinar como el que propone Método Inercia: una vez que haya pasado el proceso inflamatorio inicial será el turno del diagnóstico de la lesión por parte de los médicos; la valoración y el tratamiento de la misma por parte de los fisioterapeutas; así como la correspondiente intervención por parte del podólogo.
Para una óptima recuperación es esencial fortalecer la musculatura del pie. Este trabajo cuenta con un doble objetivo. Por un lado, proteger mejor la zona del escafoides tarsiano; por el otro, la mejora de la artrocinemática del tobillo. Además, paralelamente a esto, se deberá fortalecer la musculatura central estabilizadora y corregir los posibles eslabones débiles derivados de la lesión,al igual que los generales que el individuo pudiera tener.
Todo ello y aplicando siempre el enfoque multidisciplinar y coral que proponen los tres vértices del Método Inercia, ayudará a mejorar la calidad de vida de la persona lesionada. De cada persona lesionada.
De esto trata el método. De comprender el funcionamiento del organismo y tratar las lesiones que se producen de manera concreta y correcta echando mano del conocimiento, pero de un conocimiento situado, contextualizado en cada caso.